La restauración del Templo Votivo de Panxón salva su rosetón y revela su policromía

VIGO













La intervención para proteger del agua la obra de Palacios revela varias sorpresas
10 abr 2025 . Actualizado a las 12:00 h.La restauración del Templo Votivo del Mar de Panxón, una de las obras más singulares del arquitecto Antonio Palacios en Galicia, ha permitido salvar del colapso su gran rosetón de fachada y ha sacado a la luz la policromía original de las figuras humanas femeninas que coronan su torre. La intervención, financiada por la Consellería de Cultura, está dirigida por el arquitecto Santiago Pintos y ejecutada por la empresa Gomacóns, del Grupo Godoy Maceira, que ha desplegado a un equipo multidisciplinar de más de diez especialistas, entre canteros, restauradores, técnicos de patrimonio y arquitectos.
El templo llevaba años evidenciando signos de deterioro derivados de su exposición al ambiente marino. El estado del emblemático rosetón de la fachada principal era mucho más comprometido de lo que se pensaba y eso que ya se había está forrado interiormente con mallas para evitar posibles percances. «Ha sido un complejo proceso porque amenazaba colapso, pero hemos conseguido restaurarlo mediante la consolidación de la estructura original», explica Marta Uriarte, una de las restauradoras. La carpintería de hormigón que lo compone, un elemento muy característico del lenguaje de Palacios, presentaba una avanzada carbonatación que había comprometido su armadura interior. Para detener su degradación y asegurar su estabilidad, se realizó una intervención técnica muy cuidadosa que permitió conservar su materialidad y devolverle la integridad sin alterar su configuración.
Además del rosetón, otro de los hallazgos más sorprendentes de la restauración ha sido el descubrimiento de restos de policromía en las esculturas que coronan la torre. Se trata de cuatro figuras humanas femeninas —«posibles novicias», según el equipo de trabajo— realizadas en hormigón. Una de ellas incluso ha perdido el rostro con el paso del tiempo. Las restauradoras Marta e Iria detectaron que estas figuras estaban cubiertas originalmente con una veladura blanca, una fina capa pictórica que suaviza la textura de la piedra y le confiere una apariencia casi etérea. «Fue un gran descubrimiento», confirma Santiago Pintos. Las muestras extraídas y analizadas bajo microscopio digital confirman su autenticidad y su relevancia patrimonial.
El proyecto combina tres líneas principales de intervención: las obras de urgencia, las de mejora del bien y las necesarias para su conservación integral. Entre las primeras se incluyen la consolidación del rosetón y el tratamiento de las filtraciones en la cubierta. Las obras de mejora abarcan acciones como la introducción de un sistema de ventilación pasiva mediante intersticios en las carpinterías, que permite la circulación del aire interior sin entrada de agua. «Dejando un pequeño hueco conseguimos que el edificio respire, lo que reduce la humedad ambiental sin afectar a la estanqueidad», explica Pintos.
La actuación sobre las carpinterías ha sido clave. Muchas presentaban un elevado grado de deterioro, por lo que se restauraron o se cambiaron, respetando los modelos originales. «Estamos interviniendo en una obra singular, no solo por su arquitectura, sino porque forma parte de la memoria colectiva y del patrimonio común», subraya el arquitecto responsable. Uno de los aspectos más relevantes ha sido la sustitución de los rejuntados de cemento por mortero de cal, el material utilizado originalmente. A lo largo de las décadas, distintas intervenciones habían introducido cemento en las juntas, lo que provocaba condensación y retención de humedad. «El cemento que se aplicó durante años hacía que el agua entrase, pero no saliera. Por eso hemos recuperado el mortero de cal, devolviendo al edificio el comportamiento que tuvo desde su origen», explica Pintos.

El trabajo ha sido precedido por dos años de estudios previos que incluyeron levantamientos topográficos con escáner láser 3D, monitorización con sensores higrotérmicos (que miden, tanto la temperatura como la humedad del aire) y análisis de laboratorio. Este enfoque científico ha permitido planificar la obra con precisión, respetando al máximo la autenticidad del monumento.
Uno de los elementos que recuperará pronto su esplendor son las vidrieras de la torre principal. Estas catorce ventanas, compuestas por una combinación de hormigón y vidrio, están siendo restauradas o reconstruidas con técnicas artesanales. «Se hicieron más de 120 pruebas en laboratorio para evaluar cada paño. Muchos se pudieron conservar, pero otros están siendo recreados por el vidriero Javier Pintos con texturas idénticas a las originales», detalla Alejandro González, jefe de obra.
La empresa, también de O Porriño, tiene una sólida relación con el legado de Palacios, con una trayectoria que incluye intervenciones de gran calado, como la restauración del conjunto original del Metro de Madrid o la rehabilitación del edificio primigenio en O Porriño. El grupo ha sido también responsable de elementos tan representativos como las farolas de Menéndez Pelayo o la balaustrada de Cuatro Caminos en Madrid, por lo que se ha consolidado como referente en la preservación de su obra.
El objetivo es que las obras estén listas para la Ofrenda del Mar del 13 de julio, logrando estabilizar y proteger la fachada y torres del Templo Votivo del Mar, recuperando su esencia original oculta durante décadas bajo capas de humedad, cemento y olvido. Esta intervención establece las bases para completar su restauración integral y garantizar su conservación futura.