
Episodio doble de la complicada relación entre el conjunto coruñés y el VAR, con Pablo Martínez como protagonista de un par de polémicos penaltis
13 abr 2025 . Actualizado a las 23:24 h.Desde que los móviles pusieron las cámaras a tiro de cualquiera y llevaron el cine doméstico más allá de la boda, el viaje a Canarias y la comunión, proliferan en redes sociales experimentos destinados a probar que el objetivo engorda, como ya venían sosteniendo hace tiempo las estrellas más coquetas del televisor. El Deportivo, siempre empeñado en la peculiaridad, ha iniciado sin embargo una campaña a contracorriente, aprovechando su regreso al fútbol profesional. Partido a partido (la fórmula vale para todo) la tele adelgaza la cuenta de puntos blanquiazul. Cada paseo (efectuado o ahorrado) hasta el monitor complica la vida y siembra desconcierto en el conjunto coruñés.
«Lo que tengo es la percepción de que ya no tenemos claros los criterios», protestó en Anduva Óscar Gilsanz. «Todo el mundo está despistado y nos gustaría que se aclararan», reclamó más tarde Diego Vilares. Incluso Fernando Soriano se aventuró en zona mixta para compartir que «hay algún criterio del VAR que no acabamos de entender».
En principio, la confusión afectaría especialmente a la cuestión de las manos, convertido en asunto mayor cada vez que se aplica (o no) el reglamento al Barça o al Real Madrid. De ahí hacia abajo, la polémica pierde fuelle, y difícilmente se desatará un movimiento en torno a lo sucedido en un partido de Segunda División. En este de Miranda de Ebro, Pablo Martínez tocó primero con la pierna y echó después el guante a la bola en posición poco natural. Llamada de Ais Reig, once metros y gol.
No fue el primer contacto entre el árbitro de aquella noche loca en El Arcángel (la de la expulsión de Natxo González, Borja Valle y Pablo Marí) y su colega Muresan Muresan. En el tramo inicial del choque le había corregido cuando decidió no señalar otra posible infracción del central francés. En esta oportunidad, un leve contacto con Panichelli, insuficiente para cobrar penalti en la valoración inicial.
El segundo peritaje se hizo esperar. «Cambió un poco el partido, con ese tiempo ahí parados», se quejó el técnico del equipo que a esas alturas gobernaba el duelo y mandaba en el marcador. La corrección alteró la dinámica y al veterano zaguero, ya fuera de sí cuando vio al colegiado enfilar la pantalla por segunda vez.
Desquiciado por un chivatazo que no se produjo tras el gol anulado en A Malata ni se tuvo en cuenta para invalidar el de Suero en Castalia. Así, hasta nueve puntos escamoteados por el videoarbitraje. «Espero que su intención no sea faltarnos al respeto, pero hay decisiones comprometidas y sabemos lo que significa el Dépor para el fútbol español», denunció Villares. No hay peso que perder.