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¿Y si el secreto de las rías está en tierra? «Hay que medir el agua subterránea»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

XOÁN CARLOS GIL

La investigadora Eva Teira ha recogido muestras en casi todos los océanos; en Cíes, está estudiando cómo el mar se alimenta, y también se altera, con las descargas dulces ocultas en la costa

05 abr 2025 . Actualizado a las 04:59 h.

El ciclo del agua se aprende en primaria, aunque hay un factor que nunca se ha estudiado y que podría esconder una de las razones de la riqueza de las rías gallegas. También de los problemas actuales. La productividad que le ha dado fama a las costas de las Rías Baixas se ha atribuido históricamente al afloramiento, un fenómeno que consiste en que las aguas más profundas ascienden a la superficie, regando de nutrientes la capa más superficial en la que se alimentan muchas especies. Este afloramiento podría no ser la única causa.

Eva Teira (A Coruña, 1975) suma cientos de días de navegación en su hoja de ruta. En las múltiples investigaciones en las que ha participado ha recogido muestras por buena parte de los mares y océanos del mapa. Ha cruzado el Atlántico, el Pacífico y ha llegado al océano Antártico. Acumula tres décadas de trabajo desentrañando los enigmas del medio en el que se creó la vida hace 3.800 millones de años y que sigue siendo desconocido en, al menos, un 90 % de su magnitud. Su último hallazgo, sin embargo, ha sido cerca de casa.

Las Islas Cíes esconden estuarios subterráneos de agua dulce que han estado acumulando recursos hídricos durante siglos. Ese líquido nunca se había estudiado, hasta ahora. Gracias al proyecto Microsub, liderado por el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona y en el que también ha colaborado Teira como investigadora de la Universidad de Vigo, han analizado esas aguas y han comprobado que son más ricas en nutrientes que las de los ríos: «Creemos que es muy importante medir estas aguas en nuestros programas de monitorización. Se estima que la cantidad de agua subterránea que llega al mar es un 10 % de la que se descarga por los ríos, pero puede aportar entre tres y cuatro veces más nutrientes». Más alimento para las especies marinas. Los resultados son, de momento, preliminares pero las muestras recogidas a través de prospecciones en la playa de Figueiras demuestran que muchos de los nutrientes que enriquecen al fitoplancton podrían venir del interior de la Tierra.

El proyecto se ha llevado a cabo también en el Parque Nacional de Cabrera, en Baleares, y en el de Timanfaya, en Lanzarote, buscando entornos sin contaminación humana. No queda ahí. Esta investigadora está recogiendo muestras en los arenales para comprobar si en la costa de Vigo existe el mismo fenómeno o si influye la contaminación. «Hemos estudiado playas como Cesantes, Ladeira, Nerga o Samil. En todas en las que hemos buscado hemos encontrado señales de agua dulce. Nos falta trabajo, pero estamos estudiando si la entrada de nutrientes, que inicialmente es bueno, podría ser una fuente potencial de problemas ambientales. Todo en exceso puede ser un problema». Si el fitoplancton prolifera demasiado, debido a la cantidad excesiva de nutrientes, se reduce el oxígeno y desequilibra el hábitat de las especies. Sin olvidar las filtraciones provocadas por el hombre.

Desde niña siempre quiso descubrir, ir más allá. Fascinada con las cartas de navegación con las que llegaba a casa su padre tras semanas embarcado, admiradora de Jacques Cousteau, nunca valoró nada más que estudiar Biología. Se graduó en A Coruña, pero su pasión la trasladó a la Universidad de Vigo, donde pasó a formar parte del departamento de Ecología, bajo la batuta de Emilio Fernández. Le encanta el trabajo de analizar muestras en el laboratorio, pero también las travesías. «En total he estado embarcada cerca de un año, casi por todos los océanos, a excepción del Índico. Mi primera campaña crucé el Atlántico, desde Sudáfrica a Escocia. Recién llegada a Vigo me dijeron si me iba un mes en un barco inglés, y encantada. Tuve la fortuna de navegar desde Nueva Zelanda hasta Hawái, crucé el Pacífico y fue una maravilla». También navegó por las aguas polares y la Antártida: «Fue un sueño increíble».

Hacer incubación de muestras bajo cero fue un reto, igual que enviar material de laboratorio en hielo seco por correo. Ahora se plantea qué pasa con los microorganismos que viven en las aguas subterráneas al llegar al mar y cómo interaccionan. «En el medio marino tenemos una enorme diversidad de especies, pero las más abundantes son unas pocas. Hay una cola de miles de especies muy poco abundantes que seguro tienen alguna función relevante y pueden resolver problemas».

Recuerda cómo en la crisis del Prestige, proliferaron las bacterias degradadoras de hidrocarburos; hay otras que se alimentan de microplásticos. «El mar es nuestro seguro de vida. Las alteraciones que provocamos se pueden controlar gracias a los microorganismos que proliferan en él». Ahí empezó la vida y ahí siguen escondiéndose fenómenos sin respuesta, explica la profesora. La inmensidad de los océanos es directamente proporcional a las ansias de Teira por estudiarlos.

Su canción favorita

«Patagonia», de Xoel López. «Quiero volver a cruzar los campos de hielo patagónicos. Esta canción me evoca eso, mi espíritu aventurero, el descubrimienrto, las ganas de salir, de no tener miedo. Mi hermana me envió esta canción porque le recuerda a mí y creo que identifica mi fascinación por los sitios remotos».