La granja regenerativa de José: sesenta vacas en cincuenta hectáreas de tierra

Maruxa Alfonso Laya
m. alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

Alumnos del curso promovido por la Fundación Juana de Vega en la granja
Alumnos del curso promovido por la Fundación Juana de Vega en la granja Adrián Freiría

Este ganadero de Lalín cambió el sistema de producción de su explotación hace diez años

07 abr 2025 . Actualizado a las 10:32 h.

José Lorenzo es uno de los muchos ganaderos gallegos que heredó la explotación láctea de sus padres. Y, al igual que muchos de ellos, también tenía claro que era necesario darle un giro a la forma de producir para que esta siguiera siendo rentable. Pero su plan no pasaba por hacer más inversiones para aumentar capacidad. Todo lo contrario. En su granja de Lalín decidió apostar por un sistema de producción regenerativo, más respetuoso con el medio ambiente, pero también más acorde con sus necesidades y su forma de trabajar. Hoy, su explotación A Casa do Carril es un ejemplo de este sistema y por eso la Fundación Juana de Vega la usó como ejemplo en el curso sobre agricultura y ganadería regenerativas que está impartiendo en colaboración con Cataluña y que está subvencionado por el Ministerio de Agricultura. 

«Para seguir en convencional, as instalacións que tiñamos non se adaptaban ás necesidades dese sistema e a min tirábame o ecolóxico, aínda que non tiña claro se podería certificarme no consello regulador», cuenta José. Lo primero que hizo fue formarse, «facer cursos e saín de Galicia para estudar», con algunos de los máximos representantes del movimiento de la agricultura y la ganadería regenerativa, como Roger Rabés, cuya ayuda considera fundamental en el éxito del proceso. Incluso estuvo en una granja experimental de Francia. Con toda esa formación descubrió que «había un modelo que estaba imposto polas grandes multinacionais, que consistía en poñer diñeiro e investir para producir. Pero descubrín que había outro, o rexenerativo, que cos seus coñecementos podías producir tanto ou máis que en convencional e que se o facías, deixabas de traballar para os intereses das multinacionais e pasabas a traballar para ti mesmo», explica.

Cierto es que ese nuevo sistema no le iba a permitir producir volúmenes más grandes, pero tampoco le iba a requerir de grandes inversiones. Con la ganadería regenerativa «pouco a pouco vas adaptándote. Hai que facer un reseteo, ver o que tes e ir conformando o teu proxecto», añade. Él, por ejemplo, comenzó por dejar de arar la tierra, «para traballar o solo coma se fose un ser vivo. Para producir limpo tes que acumular a vida do solo e cada vez que metes o arado volves a empezar», explica. Lo siguiente fue cambiar el manejo de los animales, «agora saen a fóra noite e día no verán e no inverno os estabulo de noite polo manexo das pradeiras», añade.

Separar el purín

Tampoco se utilizan ya en esta explotación los fertilizantes o los abonos químicos. «Facemos moita materia orgánica», cuenta. Para ello aprovechan tanto el purín como las camas de los animales. «Este era un establo convencional, no que fixemos unha cama en madeira, que permite filtrar o líquido, mentres que o sólido se queda aquí e o barremos para fóra. Con iso imos pastoreando e abonando», afirma. También aprovechan la parte líquida do purín, «porque é nitroxenado e se vexo que unha pradeira precisa nitróxeno bótollo», añade.

Otra cosa que ha cambiado es el manejo de sus praderas. Ahora, hace una corta en primavera para alimentar a las vacas y, después, las deja cubiertas de hierba durante todo el verano «para que o sol non oxide a terra». La segunda corta la hace en septiembre, cuando el calor ha pasado, y usa esa hierba para hacer paja, que utiliza en los establos para la cama de los animales.

Porque la otra aportación de materia orgánica de esta granja viene de ahí. De hecho, acaba de habilitar otra parte del establo «cun sistema libre con cornadiza e funciona xenial», asegura. Allí, en invierno van acumulando la paja en la que descansan la vacas «para facer un compostaxe boísimo, que en verán baleiramos con máis frecuencia por medo aos patóxenos», añade. El suelo está ligeramente inclinado hacia un lado, para que los líquidos se vayan vaciando día a día hacia el desagüe, la parte que limpian a diario. Al mismo tiempo van añadiendo paja y, al terminar el invierno, limpian todo para sacar esa materia orgánica.

Con este sistema José cría a 60 vacas, entre leche y carne que, además, cuentan con el certificado del consello regulador da Agricultura Ecolóxica (Craega). El lácteo es su actividad principal, pero también está trabajando para encontrar «razas de carne que engorden so con pasto», cuenta. Las extranjeras, como Angus o Hereford, son las que mejor están funcionando. Todos estos animales disponen de 50 hectáreas de terreno. Y todavía precisaría alguna más para poder hacer más cosas y que su explotación fuera aún más regenerativa.

Adrián Freiría

Un silo de pila que huele a panadería y una explotación con una huella de carbono negativa

Para José, el sistema regenerativo «é máis produtivo» que el convencional. Porque tiene menos gastos y precisa de menos inversión. Pero es que, al mismo tiempo, es mucho más respetuoso con el medio ambiente, porque aquí no hay lugar para los químicos, sean fitosanitarios o fertilizantes, ni para los antibióticos de las vacas. «Somos unha explotación na que pegada de carbono é negativa porque temos verde todo o ano. O contido de dióxido de carbono que absorbemos é moito maior ca o que emitimos», añade.

Una de las máximas de la agricultura y la ganadería regenerativa es el desperdicio cero. En la granja de José, además de producir una buena parte de los insumos que precisa, todo tiene una segunda vida. «Non investimos en antibióticos nin abonos e so lles fago un pequeno aporte de millo aos animais, non os quince quilos de concentrado. As vacas producen menos, pero están máis sans», afirma.

Con la hierba que corta elabora un silo de pila, que no es algo muy frecuente en las explotaciones gallegas, pero que a él le funciona bien. «O segredo está en pisalo moi ben para que non quede aire e en que non teña nunca unha humidade maior do 30 %. O silo cheira a panadería, porque así cheira a fermentación natural», cuenta. Y es cierto, la hierba de su silo no desprende un olor desagradable, todo lo contrario. Harina de huevo, sal común o ceniza de leña son algunas de las materias que utiliza para suplementar a sus vacas o para tratar dolencias y parásitos. Para controlar a estos últimos, asegura, el secreto está en hacer un buen pastoreo. «Teñen que pasar corenta días entre que os animais volven a unha finca despois de estar pastando nela. As nosas pradeiras descansa 120 días en inverno», concluye.

Necesidad de priorizar el uso agrícola de la tierra y de más investigación

Promover la agricultura regenerativa es uno de los objetivos que se ha marcado la Fundación Juana de Vega, que lleva ya un tiempo impartiendo cursos y charlas sobre estos nuevos sistemas de producción. Actualmente tiene en marcha un programa, en colaboración con Cataluña, en el que está formando a una serie de agricultores y ganaderos que estarían interesados en poner en práctica este sistema. Estos alumnos visitaron la pasada semana la granja de José, para conocer cómo se trabaja en esta explotación.

«O primeiro que ten que facer a xente que queira apostar por este sistema é formarse. Despois, analizar moi ben a situación de cada granxa e darlle unha volta a todo o que lle conten porque non hai unha receita única», explica este ganadero de Lalín. En su opinión, producir en regenerativo es el mejor sistema, pero reconoce que no está exento de problemas. Uno de ellos es la falta de inversión. Porque en convencional, las grandes empresas cuentan con muchos recursos económicos para encontrar las mejores semillas o los mejores sistemas de producción. «Nós temos que traballar a base de proba erro e iso leva un tempo, no momento no que se poida investir en investigación os cambios serán máis rápidos», argumenta.

Pasa, por ejemplo, con la siembra directa, una de las medidas que se prima en la PAC. «¿Quen ten coñecemento dese sistema e que máquinas hai para facela?», se pregunta. En su explotación, por ejemplo, están trabajando con un prototipo que ellos mismos tuvieron que adaptar. Otra cuestión, también quieren planta cereal «e levamos tres anos sen conseguilo, se esa investigación tivera fondos seguro que se faría en moitos menos tempo», añade.

Pero el principal problema que hay actualmente es la falta de tierra que sufren las explotaciones gallegas. Él, por ejemplo, ha conseguido reunir 50 hectáreas de terreno, «grazas aos veciños que teño». Porque de toda esa extensión, solo cinco hectáreas son en propiedad y el resto es alquilado o cedido. Considera que se debería priorizar el uso agrícola de los terrenos que rodean a las explotaciones. «Eu preciso mercar cama de polo porque non teño fincas nas que podería instalar un galiñeiro portátil e sacar de aí o que preciso. Creo que a terra ten que estar ao servizo do que produce», asegura. Solo así las explotaciones podrán ser cada vez más sostenibles.