
El ocaso del diésel como combustible para los turismos ha llegado. Solo tenemos que ver cómo han evolucionado las ventas del que hasta hace tan solo siete años era el combustible más popular para los españoles. En el 2015 el 62,9 % de los turismos que se vendieron en España eran diésel. España era feliz con un combustible que era más barato que la gasolina y que además le permitía a los coches de aquella época recorrer prácticamente setecientos kilómetros sin repostar. Una gozada para los viajes. Ni siquiera teníamos constancia de que las emisiones de nuestros coches, concretamente las partículas sólidas, eran más nocivas para nuestra salud.
Pero en ese año nefasto de 2015 ocurrió un acontecimiento que cambió todo. El dieselgate saltó a los titulares de los noticiarios. Resulta que el grupo Volkswagen había falseado los datos de emisiones de sus vehículos diésel y que la realidad no se ajustaba a lo que anunciaban sus cifras.
El escándalo, que costó al grupo alemán cifras millonarias en sanciones, cambió también la forma de ver el diésel en las esferas políticas. Para empezar, obligó a normativizar una fórmula diferente de medir emisiones de los coches, la que hoy está vigente de WLTP. También obligó a los fabricantes a implementar métodos para mitigar las emisiones de los diésel, como los filtros de partículas o aditivos como el Adblue.
Pero los políticos europeos ya tenían un motivo para hincar el diente a la industria automovilística demonizando al diésel. Entre ellos, la más beligerante fue Teresa Ribera, la ministra española de Transición Energética.
Europa abordó, sin tener ni idea de las consecuencias, un cambio en la tecnología de los motores de turismos y a partir de ahí el diésel empezó su declive. Del 62,9 % de las ventas del 2015, cinco años más tarde, en el 2020, se había pasado al 27,7 % en España, mientras los híbridos y eléctricos comenzaban a crecer hasta un 22,5 %, Y el pasado año, prácticamente diez después del dieselgate, solo se matricularon en nuestro país un 9,5 % de vehículos con motor diésel. Pero no acaba ahí, ya que en los tres primeros meses del año el diésel solo alcanza al 5,8 % de las matriculaciones.
La suerte está echada para el diésel, que en unas semanas recibirá un nuevo mazazo con las subida de los impuestos a este carburante, auspiciada, una vez más, por Europa y con Ribera como alentadora. Europa obliga a España a esta subida para poder recibir unas ayudas de 7.500 millones de euros. Y, de paso, la subida de impuestos supondría otros 1.500 millones para las arcas de la Hacienda española.
Adiós, diésel, adiós. Nos pasamos a la electricidad, pero no echen las campanas al vuelo, que esto traerá cola, aunque en la sede de la UE todavía no se han enterado.